Sal, sal… mi preciosa princesa, que mi corazón te espera y mis ojos ansían ver tu belleza. Pues mil cosas anhelo y solo una cosa pido al Dios vivo… ser tu estrella.
Entre todas las piedras preciosas tú eras la más hermosa… mi bella princesa; tu hermosura es incomparable entre todas las mujeres del reino. No hay quien pueda igualar tu inocencia.
Miles han querido conquistarte y ninguno lo ha logrado, ruego al Dios vivo ser quien conquiste tu hermoso corazón; quien pueda decir: yo tengo a la más hermosa de todas las mujeres; la mas aclamada entre las hijas del rey. Bendito será el hombre que te tome, porque habrá tomado para sí, a la más hermosa flor del jardín del reino.
Aun… espero tu salida, mi princesa. Mil cosas desearía decirte y mil cosas quedan en silencio. Siendo yo un plebeyo, solo me queda verte de lejos; solo un milagro de Dios puede cambiar esto; que mi bella princesa se fije en este plebeyo.
Están son mis palabras a mi princesa, que espero por ella en el silencio.
Solo A MI PRINCESA.
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